Los horarios, un cesto y cosas que no arrancan

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Hooola a todos.

Llevo dos semanas sin saber que ponerme. Sí, seré un fashion victim de esos, pero llevo dos semanas dándole vueltas y vueltas a cómo visto el blog para esta nueva temporada otoño-invierno. Que si ese aspecto es muy simple, que si el otro es demasiado colorido, otro más que no me pega con los zapatos… digo con la temática del blog… y nada, que al final me rindo y dejo este aspecto que por lo menos me permite mostrar más contenido y mejor clasificado, así puedo poner de todo un poco. ¿No?…….. a ver cuánto me dura este… ¿Quizá debería poner algo navideño? Es que en un par de semanas en Pórtico & friends ya empezarán a poner cosas de ese estilo…

Dando por supuesto que todos sabéis usar un calendario, que de todo hay en botica (ver postdata, ahora nooo, después hombre), podréis comprobar que estamos finalizando el verano, o por lo menos aquella parte que toca a las vacaciones y salvo a aquellos que han sido suficientemente inteligentes como para coger vacaciones en septiembre –va a estar mucho mejor tiempo que durante julio-agosto–  casi todo el mundo está volviendo de sus vacaciones. Vuelta a poner el despertador, acostarse temprano, el coche, el teléfono, etc. y volver a adaptarse al horario de la vida cotidiana. Yo ya pasé por todo eso, excepto la parte de lo de adaptarme al horario… no me dejan. Bueno, realmente no me dejan el horario tranquilo, taquicárdico lo tengo ya.

¿Está toda la clase atenta? Pues prestad atención que esto entra en el examen…

17 y 18 de agosto he estado desde las 7h hasta las 16h

del 18 y 19 he estado de 8 a 15h30

el 20 he estado desde las siete de la mañana hasta las once y después desde las 21h hasta la una de la madrugada

el 21 desde las 13h hasta las 21.

el 22 a 26 he estado de 8 a 15h30

¿No está mal? ¿Eh? De hecho, el monstruo de mi armario ya no está porque creo que se ha ido al sindicato porque está harto de hacer horas extras esperando a que aparezca por casa…

Pero no acaba ahí la cosa ya que mañana y pasado estaré también de 8h a 15h30, peeeeero desde el día uno al día siete estaré con horario partido (8h-14h y 16h-18h) y finalmente el día siete, si todo va como debe ir comenzaré el que espero sea mi horario definitivo: de tres de la tarde a once de la noche… aunque también puedo optar por 16h a 00h… pero creo que me quedaré con el primero ¿vosotros qué decís? Así de paso escribís algún comentario que estáis más perezosos que yo últimamente… y eso ya es decir.

Desempolvando mi muletilla favorita: En fin…

Menos mal que al final he conseguido disfrutar de quince diítas de vacaciones que me han sentado de perlas. Al principio estaba un tanto preocupado por el trabajo, lo típico: que si dejé nosequé pendiente, que si a ver si no llama nosequién, etc… pero al quinto día palmo arriba, palmo abajo, al acostarme por la noche caí en la cuenta de que no había pensado en el curro en todo el día (lo cierto es que anduve bastante liado, ya os contaré en otro post acerca de nuestro Escorial particular) y en ese momento, en ese preciso instante comenzaron mis vacaciones. Me sentaron de perlas. Dormí mucho, fui a sitios, reposé hasta quedarme dormido, estuve de aquí para allá, cafeterías, siestas interminables, solecito, descanso y largas horas durmiendo… (¿dije ya que había dormido un montón?)

Hablando por twitter con alguien a quien sigo me decía «¡Pareces un cesto!» en alusión a la hora a la que me había levantado (a eso de las cuatro o cinco de la tarde). No conocía esa expresión pero me hizo gracia, es más, la he mejorado para adaptarla más a mi ritmo onírico cuando tengo tiempo libre: Duermo más que un cesto lleno de gatitos. Y encantao, oye.

Finalizando un poco el asunto, que ya no son horas y tengo que hacer lo de los gatitos, el otro día tuve que ir a la fábrica a apagar toda la informática que los chispas iban a romper cosas y después volver a encenderlo todo por la noche. Ok, jefe.

Llego allí, lo apago todo y me voy más ancho que largo. «Ahora me paso el día por ahí, me pego una siesta y por la noche vuelvo.» me dije al salir… qué ignorante de mi propio destino. No podía imaginarme que unas cuantas horas después tendría negrones en las rodillas, el frío metido en los huesos, los pies destrozados y la moral por los suelos… en fin. Murphy siempre tiene la razón. Por eso nunca lo llaman en los debates.

Tal era que el ignorante del destino llegó a la fábrica a eso de las nueve de la noche. «Bah, seguir el procedimiento de arranque y punto.», me lo leo y cuando tengo claro el orden de encendido empiezo a arrancar servidores en una de las dos salas de informática que hay en la fábrica. Me voy a la otra y antes de llegar veo que están todas las luces interiores apagadas (la fábrica está parada en agosto y no hay nadie) pero que todavía entra un montón de luz por las claraboyas del techo: La fábrica parece Vietnam: cajas amontonadas por todos los lados, hierros y tubos por aquí y por allá, todas las cosas movidas de sitio… un caos. Voy sorteando obstáculos y llego a la otra sala, repito el procedimiento que había realizado antes y listo. Me vuelvo a la primera sala a ver como va todo.

En ese momento veo que las máquinas están encendidas pero un programa necesario (casi casi el más necesario) no es capaz de arrancar… «Bueeeeno, vale… vamos a ver que te pasa», me dije. Estuve dándole vueltas un montón de tiempo hasta que decidí no ofuscarme en esa parte y me volví a la otra sala acabar esa y ya volvería sobre ese problema. Crucé nuevamente el campo de batalla, llego allí y le pasa igual. Ahí fue cuando me ofusqué. Estuve casi dos horas allí metido, en una sala que tiene tres aires acondicionados con muy mala ostia soplando a 16º y cuando salí… ya no había luz del día (era casi la una de la madrugada)… y tenía Vietnam delante mía.

Aún no sé como salí entero de allí, porque me golpeé con todo lo que había en el camino… es más ¡yo creo que alguien iba dejando cosas delante mía a propósito! …porque aquello no era normal. Lo dicho, las piernas llenas de negrones y dos momentos Peter Griffin sujetándome la rodilla en el suelo. SSSSSSSShhhhhhhhh…aaaaahhhhhh…

Finalmente y como tenía a alguien esperando en el coche aparcado en el parking (siento mucho la espera, de veras) decidí rendirme por ese día y volver al día siguiente, domingo, a intentarlo de nuevo ya que no había prisa, tenía hasta el lunes para arrancarlo todo.

Dormí bastante y a la una de la tarde estaba yo allí, ansioso por la venganza. Y tenía muchas horas de luz por delante. Nada podía salir mal… A las nueve de la noche estaba yo sentado en el suelo de la sala de informática hablando con mi jefe diciendo que nanay, que me daba por vencido… que ya iría el lunes a primera hora, y cuando llegue el responsable de informática de allí (nosotros trabajamos para él en esa fábrica) le explico el caso y vemos de arreglarlo juntos.

Me dice que vale, me voy para casa, dormimos yo y mi orgullo herido y el lunes a hora prima estaba yo allí esperando por el responsable.

Le conté toda mi aventura y tras reirnos un poco empezamos a buscar… y tras un buen rato y por inmensa casualidad lo encontramos. Encontramos la causa por la cual la fábrica estaba sin informática industrial, la causa que provocaría que la producción no pudiese arrancar y la cadena de montaje no pudiese trabajar, la causa de mi moral destrozada, que me pingase la nariz porque me pilló el frío el día anterior (no me imagino porqué…) y estuviese de más frustrado que un manco viendo porno…. la causa fue…

………un tornillo.

Un simple y puñetero tornillo. Además no un tornillote grande y gordo, de esos que usan por aquí los del metal cuando están de quiero… no, un tornillito chiquitín que se usa para asegurar que un cable no se suelte (los «cuernecitos» a los lados y hacia abajo en esta foto) de un cable insulso, escondido y enmarañado en un árbol de cables de red y eléctricos: Estaba suelto de un lado y se ve que el cable se movió ligerísimamente. El sistema lo reconocía como conectado (porque parte de él lo estaba) pero al pasar datos se jodía el invento.

Al principio no sabía si reir o llorar. Finalmente acabé riéndo por aquello de que quita la tensión al momento porque si pillo al Murphy delante lo ahorco con el cable ¡sin desenchufarlo!

En fin, hay que ver como a veces una nimiedad, casi casi un absurdo, te puede echar todo por tierra.

Hasta otra chicos.

PD:

El otro día en la fábrica estaban poniendo un calendario en una oficina nueva. Era un calendario de esos que vienen tres calendarios consecutivos para poder ver siempre el mes pasado, el actual y el siguiente… te puedes creer que los dos que estaban colocando el inocente almanque se hicieron un lío entre los dos, no tuvieron claro cuántas hojas arrancar en cada uno de ellos y cuando se dieron cuenta habían arrancado hojas demás en uno, de menos en otro… en fin, al final cortaron el calendario y dejaron «uno solo, que todos esos calendarios… al final es un lío…»

 

 

 

3 comentarios en “Los horarios, un cesto y cosas que no arrancan”

  1. Jajaja me hubiese gustado ver el lío de los calendarios jajajaja!

    Es verdad aquello que dice que está donde menos te lo esperas… bien cierto quién iba a imaginar que ese pequeño tornillo iba a desencadenar semejante lío!.

    Al final desconectaste bien en tus vacaciones no? Me alegra

    Saludos! 😉

  2. Si, lo del calendario fue digno de ver… y yo conteniéndome la risa, vaya a ser que el final del calendario fuese mi frente.

    Las vacaciones, sí, me sirvieron mucho para desconectar y no noté cuánto lo necesitaba hasta que sentí que estaba «desconectando» del curro, jejeje. Me sentaron muy bien.

    Lo del tornillo me hizo recordar la anécdota del informático, el tornillo y la factura de 1.000 dólares. Si no la sabéis os la cuento en otro momento.

    Gracias por el comentario, últimamente estaba un poquillo triste porque nadie escribe nada por aquí.

    🙂

  3. Hace tanto tiempo que no me pasaba por aquí (ni por aquí ni por ningún otro lado) que no sé si el template que tienes ahora es el tenias cuando escribiste este post. De todos modos este me gusta.
    Bueno y después de estar en prisión durante 8 meses consecutivos y ponerme al día en el último mes al fin vuelvo a mi vida original.
    A veces la cosa mas simple es el origen de todos los problemas y suele suceder cuanto mas complejo y mas grande es el sistema(en este caso la fabrica y su sistema informático).
    Bueno, seguire poniemdome al día en tu blog a ver si me da tiempo en esta mañana. 😉

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